Muchos de los que tenemos espíritu trotamundos llevamos cinco semanas volviéndonos locos buscando la manera de ver mundo desde nuestra casa. Tiramos de las fotografías de viajes pasados. Buscamos en las stories de Instagram. Escribimos artículos nuevos para saciar las ganas de pisar ya la calle. Y buscamos 1000 y una formas de llegar a donde todavía no hicimos parada ¿Un paseo por Venecia desde Google Street Views? ¿Una visita virtual por el Museo del Louvre o el London Museum? Si eso lo combinamos con una buena lista de series sobre viajes, o con un buen fondo bibliotecario de libros sobre viajes… Al final lo que vamos buscando es a dónde iremos en cuanto podamos salir. Después de todo viajar, aunque sea mentalmente, también es una evasión a la dura realidad que tenemos delante.
Pero por ahora parece que los viajes de larga distancia tendrán que esperar. Y la opción que gana fuerza es (re)descubrir aquello que tenemos más cerca de casa. Ya sea en nuestra propia ciudad, o en los pueblecitos que siempre estuvieron ahí, en sus alrededores. Esa es la idea que viene sonando fuerte entre las asociaciones empresariales de turismo en diferentes partes de España. Y así lo avala un estudio de la consultora DNA sobre las fases que atravesará la industria turística antes de volver a levantar cabeza.
Alivio para el medio ambiente
A muchos sitios les ha venido bien descansar del turismo. La Pachamama respira paz y se recupera allá donde el turismo masificado se lo impedía. Basta con mirar a los canales de Venecia, uno de los primeros lugares que se viralizaron después de que las aguas volvieran a ser cristalinas y los peces navegaran sin góndolas entorpeciéndoles el paso. O esas imágenes a satélite que muestran como las emisiones han descendido en todo el planeta con el parón de la industria y los desplazamientos de personas.
Madrid y Barcelona se han quitado la boina para mirar de nuevo al cielo. Los madrileños han descubierto que detrás de los rascacielos se divisa la sierra, antes tapada por los gases en suspensión. Los niveles de contaminación del aire han descendido hasta cotas que no se veían hace tiempo.
¿Qué pasará con todos esos avances cuando empecemos a retomar paulatinamente la actividad? Sería una pena perderlos ¿verdad? Por supuesto no podemos parar al país entero y reducirlo a la actividad de estas semanas de estado de alarma. La vida recuperará su ritmo. La esperanza es que lo haga con unos ciudadanos más conscientes del impacto de su huella ecológica. La responsabilidad pasa por el respeto al medio ambiente, por consumir en el comercio local, y por ser consciente de los pequeños gestos que llevamos a cabo y que, multiplicados por el total de la población, generan un gran impacto.
Crisis económica del sector turístico
A nivel medioambiental la mejora es indiscutible. Sin embargo, desde la perspectiva humana, la situación es muy delicada. Muchas familias se han quedado sumidas en una profunda incertidumbre. No se sabe cuántos de los negocios que vivían del turismo y que echaron el cierre temporalmente volverán a colgar el cartel de abierto. Lo que sí se sabe es que los turistas no circularán igual que antes.
Todavía está por ver cómo todos estos destinos se van adaptando para ofrecer espacios seguros a sus clientes. Dentro del sector, ya se empiezan a barajar algunas medidas para evitar las aglomeraciones, pero manteniendo la puerta abierta al mayor número de turistas posible. Parece que la certificación «Covid free» y el pasaporte sanitario serán las que concentren todas esas medidas. Entre algunas de ellas podrían estar las desinfecciones diarias de espacios comunes en hoteles y restaurantes, la instalación de mamparas para mantener la separación entre los clientes y reducir los aforos. En cualquier caso, las decisiones que se tomen supondrán un cambio en la manera de entender los viajes. Al menos de los viajes turísticos o vacacionales.
Redescubrir los lugares cercanos
Como castellano-manchega estoy encantada de tener cerca lugares como Cuenca con infinidad de entornos naturales donde respirar aire puro sin el jaleo de las multitudes. Las Hoces del Huécar y el Júcar que rodean a la ciudad, la laguna de Uña y el nacimiento del río Cuervo están entre los espacios naturales que más me gustan en toda la región. Dentro de Albacete también hay grandes espacios naturales como la Sierra del Segura y la de Alcaraz, con todos sus pueblecitos y el nacimiento del río Mundo.
Otra cuestión diferente es Toledo. ¿Qué pasará con la Ciudad Imperial? ¿Y con su imperio turístico? Toledo es un hervidero de actividad, a cualquier hora, los 365 días del año. La imagen de estos días de la Calle Mayor, la plaza de la Catedral, Zocodover… Simplemente parece que le hayan robado una parte de su naturaleza. Supongo que antes de que el turismo comenzara a crecer en los 60 y alcanzara los niveles que tenía hasta hace bien poco, Toledo fue más silenciosa y menos transitada. Pero después de haber vivido en pleno Casco Histórico, la imagen actual de Toledo no me cabe en la cabeza. Una parte importante de su turismo viene del extranjero. Pero este verano no será así.
En fin, no sé si será cuestión de apostar por un turismo rural, de interior, de pueblo o de naturaleza. Lo que parece claro es que el turismo deberá ser más responsable y sostenible que nunca. Así que, de cara al futuro más inmediato, yo iría buscando dlos estinos más próximos, esos a los que a veces no hacemos caso porque estamos centrados en horizontes lejanos. España está llena de rincones con encanto. Aprovechemos para descubrir aquellos sitios a los que no habíamos prestado atención.