De los muchos pueblos y ciudades de Rumanía que merecen una visita detenida, creo que Horezu no ocupa un lugar prioritario. Pero una mañana o una tarde por este pueblo pueden ser un grato descubrimiento. En primer lugar, porque su monasterio es un pequeño (¿o debería decir inmenso?) paraíso rodeado de naturaleza, y en segundo, porque Horezu es literalmente el taller de donde sale buena parte de la cerámica de Rumanía. Y ambas cosas están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Tradición alfarera en Horezu

Horezu es un lugar de paso. Como pueblo no es vistoso a ojos del turista. En realidad, es un punto de encuentro para la gente que vive en los alrededores, esparcida entre parcelas y casitas en el campo. Por eso Horezu tiene un instituto de secundaria grande y un hospital con capacidad para todas las personas de la provincia. En su calle principal se concentran un buen puñado de supermercados. Y junto a la carretera unos cuantos hoteles para quienes están de paso.

Pero uno de los reclamos más interesantes de Horezu se descubre nada más llegar. Hileras de puestecitos vendiendo cerámica a cada lado de la carretera de acceso al pueblo. La cerámica tradicional de esta zona se caracteriza por sus tonos azules, verdes, marrones, rojos, y por sus diseños geométricos. También por llevar pintado el gallo de Horezu, símbolo de buena suerte. Préstale atención porque aparte de característica de la región, la cerámica de Horezu es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Por supuesto, para los propios rumanos esta cerámica no necesita presentación. De hecho, es muy probable que la encuentres en los restaurantes de Bucarest ya que se ha convertido en una de las manufacturas identitarias del país. Principalmente se fabrican platos, cuencos, ollas, vasos y otros recipientes u objetos para servir la comida. Si buscas algo más vistoso que funcional, por ejemplo, para un recuerdo o para hacer un regalo también tienes toda la cerámica que quieras: adornos para la pared, estatuillas de cerámica… Por supuesto no solo vas a encontrar cerámica. Entre los puestos a pie de carretera también encontrarás las típicas camisas blancas con cuello bordado, alfombras, cestos de mimbre y otras artesanías.

Fabricación de la cerámica

La cerámica de Horezu todavía se trabaja de forma tradicional: amasando a mano, dando forma con el torno, dejando secar al raso y pintándola con maña y un pincel. Yo tuve la suerte de ver este trabajo mientras participaba en un intercambio del programa Erasmus+ financiado por la Unión Europea. El proyecto se desarrollaba en Horezu y una mañana nos llevaron a visitar uno de los talleres de cerámica locales.

Cada pieza lleva horas de trabajo por parte del alfarero. Primero hay que dar forma al objeto. Una vez se tiene listo hay que dejar secar una semana al aire libre. Cuando la arcilla ha perdido la humedad, se puede empezar la última etapa del proceso: la decoración e impermeabilización.  

Cómo llegar al Monasterio de Horezu

Pero la verdadera joya de Horezu, aparte de su tradición alfarera, se encuentra en su monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El monasterio se construyó en 1690 bajo el gobierno del príncipe Brancoveanu. Era una iglesia satélite del palacio de Mogosoaia, residencia de verano del príncipe que se encuentra a 10 kilómetros al noroeste de Bucarest.

El monasterio está situado al norte del pueblo de Horezu. Si hace buen tiempo y te gusta andar puedes llegar a pie. Son unos 50 minutos. En coche son 10 minutos. La entrada está en una vía ancha donde se colocan los vendedores ambulantes. En Semana Santa (durante la Pascua ortodoxa, no la católica) se realiza una romería y se engalanan los exteriores. Pero el resto del año es un lugar tranquilo y reposado.

Visita al Monasterio de Horezu

Si te interesa Rumanía, seguramente habrás oído hablar de la Ruta de las Iglesias Fortificadas. Más de 150 iglesias forman parte de este conjunto que se concentra principalmente en Rumanía. Al igual que las famosas iglesias fortificadas, el monasterio de Horezu está rodeado de una muralla kilométrica. En su interior hay campos de árboles frutales y cultivos para el abastecimiento de las monjas, una residencia para las religiosas, un cementerio, varias iglesias menores y el recinto del monasterio en sí, con su claustro, sus salas y su patio central. Prácticamente es como una mini ciudad, con sus murallas exteriores abrazando los campos y otras interiores delimitando el monasterio.

Patio convento Horezu
Patio interior del convento.

El conjunto de edificios que componen el centro del monasterio destacan con sus fachadas blancas y sus tejados oscuros sobre el verde del césped que los rodea. Como todos los edificios construidos bajo el reinado de Brancoveanu, los de este monasterio tienen un estilo arquitectónico renacentista propio de Rumanía, llamado Brancovenesc. Entre las zonas abiertas al público, se puede ver el claustro, la biblioteca y el comedor. Pero el edificio que se lleva todas las miradas nada más entrar es la iglesia.

Como iglesia ortodoxa, tiene una pequeña entrada cubierta por un techado. El techo de la entrada ya es en sí mismo una obra de arte. Y es que las iglesias ortodoxas acostumbran a tener vistosos murales decorando cada espacio disponible, por mínimo o recóndito que sea. El interior está dividido en dos espacios, uno bajo cada una de las torres que se ven desde fuera.

Como particularidad, dentro de este monasterio todavía viven monjas. El turismo se ha convertido en uno de sus sustentos para poder seguir trabajando como lo hacían hace décadas. Las monjas se encargan de mantener cuidado el recinto y de ofrecer artesanías y manufacturas hechas por ellas mismas. Muy cerca de la iglesia tienen una discreta tienda donde podrás comprar un sinfín de mermeladas caseras, fabricadas con las frutas que se cosechan en el propio monasterio y en los alrededores. A esto hay que sumarle la miel que también se produce aquí. Un dulce recuerdo de la visita.

Exterior convento horezu
Acceso al Convento de Horezu.

Hasta aquí el recorrido por el monasterio y por Horezu. Como te decía al principio, Horezu se ve perfectamente en una mañana o una tarde. Aparte del monasterio y las tiendas de cerámica no hay mucho más para ver o hacer. Si vas desde Bucarest hacia el oeste te puede servir para hacer un pequeño alto en la ruta. Si decides hacer noche, hay hoteles con buenos precios justo en la carretera que cruza el pueblo. Pero lo ideal es que, después de visto su monasterio y su cerámica, continúes tu ruta hacia el siguiente destino. Si las vistas del monasterio te han conquistado tanto como a mí echa un vistazo a la galería completa. ¡El siguiente paso es que lo veas con tus propios ojos!.

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