Sibiu es una ciudad medieval que descanasa a los pies de los Cárpatos. Fue fundada por los sajones en el siglo XII, al igual que Brasov, Sighisoara y otras ciudades del oeste de Rumanía. Durante 100 años fue la capital de Transilvania y una ciudad impenetrable gracias a su robusto sistema defensivo. Su valioso patrimonio cultural e histórico le valió el título de Capital de la Cultura Europea en el año 2007. Desde la clausura de este acontecimiento se ha potenciado el turismo y cada vez son más los viajeros que deciden incluir Sibiu en su ruta. Y no es extraño, ya que además de su rico patrimonio está justo en el centro del país y a tres horas de Bucarest.

Entre la Ciudad Alta y la Ciudad Baja

Como ciudad amurallada, Sibiu está bien diferenciada entre la Ciudad Baja y la Ciudad Alta. El río Cibin, que da nombre a la ciudad, y un sistema de presas le permitían protegerse de los atacantes extranjeros, inundando los fosos y aislando completamente al centro urbano. La efectividad de este sistema defensivo la llevó a ser la única ciudad rumana que jamás se rindió al enemigo (así se cuenta en Rumanía). Al menos hasta la llegada de los nuevos sistemas de artillería.

La Sibiu actual respira tranquilidad en los parques donde antaño se hallaban los fosos. La parte más nueva de la ciudad crece extendiéndose hacia la Meseta del Târnave, mientras el ambiente medieval se ha mantiene todavía dueño de la Ciudad Alta, recordando la época más dorada de su pasado.

Dos cosas me llamaron particularmente la atención de Sibiu. Una sus sus intrigantes ojos que te observan entreabiertos desde muchos tejados. La otra, la coexistencia de cultos en su centro histórico, ya que cuenta con 4 templos de 4 religiones distintas a pocos metros unos de otros e inumerables iglesias repartidas por la Ciudad Alta.

Piata Mare de Sibiu

Piata Mare, el centro de la vida en Sibiu

Sibiu es fundamentalmente una ciudad de puentes, pasadizos y murallas. Aunque de estas últimas se conserva solo una pequeña parte. La vida del casco viejo se la dan sus plazas, todavía rebosantes de actividad. Los artesanos de hoy han tomado el relevo a los viejos gremios de antaño, ofreciendo a los visitantes manufacturas de toda clase: textiles, cerámica, objetos para el hogar, abalorios, etc.

Inmensa y animada, la Piata Mare (Plaza Mayor) es la plaza principal del casco antiguo y el centro de la vida en la ciudad. Con sus tejados a dos aguas más altos que las casas, y su hilera de soportales, enseguida te incita a quedarte sentado disfrutando de un café en una de sus terrazas. El ir y venir de los turistas es constante. De la plaza salen cuatro calles principales, una por cada esquina. La Strada Nicolae Balcescu, que sale desde la parte oriental de la plaza, es la principal calle comercial de la ciudad. Restaurantes, cafeterías, heladerías y tiendas la mantienen bulliciosa a cualquier hora del día.

Otra de sus salidas lleva hacia el Palacio Brukenthal, parada indispensable para quienes busquen arte y cultura. Construido por el antiguo gobernador de la Gran Transilvania Samuel von Brukenthal, el antiguo palacio del siglo XVII alberga en su interior la sede del Museo Brukhental. En él se exhibe la extensa colección de arte reunida por el gobernador, en su mayoría pintura y esculturas, a lo largo de su vida.

Torre del Consejo y las vistas panorámicas

Torre del Consejo
Torre del Consejo, tomada desde la Piata Mica

La Torre del Consejo separa la Piata Mare de la Piata Mica. También conocida como Torre del Reloj, se erige robusta y seria, coronada por una boina metálica. El acceso se realiza por debajo del arco que une ambas plazas. El precio de la entrada es mínimo y desde lo alto tendrás una panorámica perfecta de la Plaza Mayor y la Menor.

Piata Mica y el Puente de los Mentirosos

Los edificios que delimitan a la Piata Mica (Plaza Menor) son en su mayoría hoteles y restaurantes. Cuando yo estuve, en el centro de la plaza había instalado un mercadillo. Una de las cosas que más me gustó de las artesanías rumanas fueron sus bordados: manteles, camisas, pañuelos o bolsitas con hierbas aromáticas. La cerámica también ocupa un lugar importante en los mercadillos callejeros. No es para menos teniendo en cuenta que no muy lejos, en Horezu, la cerámica está declarada Patrimonio Inmaterial de la UNESCO.

En esta placita está también ubicado el Museo de Etnografía. No es muy grande, pero exhibe una buena cantidad de trajes típicos de las diferentes regiones de Rumanía, además de una muestra de los diferentes tipos de cerámica que se elaboran en el país.

El extremo opuesto a la Torre del Consejo, está ocupado por el famoso Puente de los Mentirosos. El porqué de su nombre no me terminó de quedar claro. Hay una leyenda, probablemente más reciente que vieja, que dice que al puente no le gustan los mentirosos. Si alguien pasa por encima o por debajo diciendo mentiras, el puente se derrumbará. Ya te puedes imaginar la tropa de impacientes que hay alrededor del puente para probar si la leyenda es cierta o no. En cualquier caso, el Puente de los Mentirosos fue el primer puente de hierro forjado que se contruyó en Rumanía y es un bonito rincón para hacer una parada.

puente de los mentirosos
Vista desde el Puente de los Mentirosos

Ruta de las iglesias de Sibiu

Lo llamativo del centro de Sibiu, como te he dicho antes, es la gran cantidad de edificios de culto que conviven: la Iglesia Ortodoxa, en la Catedral de la Santa Trinidad; la Iglesia protestante en la Catedral Evangélica; la Iglesia Católica, en la Iglesia de la Santísima Trinidad; y el culto judío, en la Gran Sinagoga. Una de los posibles rutas que puedes hacer por Sibiu, es ir recorriendo a pie todos sus templos y ver cómo cambian los estilos y el peso de cada religión.

Como ciudad de origen germano, la Catedral Evangélica o luterana es el más antiguo de sus templos. Su torre, de 75 metros de altura (la más alta), destaca sobre el resto, dominando el cielo de la ciudad. Sus tejados afilados y angulosos dan testimonio del pasado germano que gobernó en la ciudad de Sibiu. Para visitarla por dentro es necesario pagar entrada. En su interior se conserva el órgano más antiguo de Rumanía, entre arcos de un marcado estilo gótico. También es posible subir la torre y observar la ciudad desde su punto más alto.

La Catedral Ortodoxa está presidida por dos torres laterales y un arco de medio punto. Como todos los templos ortodoxos, su interior está profusamente adornado con murales de pasajes bíblicos, siguiendo el estilo neo-bizantino. Su construcción es relativamente reciente, ya que el templo fue levantado en 1902. Al término de la II Guerra Mundial, casi todos los alemanes abandonaron el territorio, por miedo a represalias soviéticas. De este modo Sibiu quedó ocupada por rumanos y el dogma cristiano ortodoxo se apoderó de la ciudad. Además de la catedral, hay un buen puñado de iglesias ortodoxas repartidas por todo el casco antiguo que merece la pena ir visitando.

La más sencilla entre los templos cristianos es la Iglesia Católica, y también la que cuenta con el sector más minoritario de fieles. Por su parte, la Gran Sinagoga es la única que está ubicada en la Ciudad Baja, fuera de los muros que delimitan el centro de Sibiu.

ciudad baja sibiu
Casas viejas en la Ciudad Baja.

Un poco de la gastronomía rumana

No sé tú, pero yo soy de las opinan que no has terminado de conocer bien un país si no te sientas a la mesa como es debido. La gastronomía rumana toma influencias muy diversas debido a la posición del país y las ocupaciones extranjeras a lo largo de la historia. Aparte de la características propias de la cocina balcánica, mezcla algo de la cocina alemana o sajona, de los países eslavos que la rodean, del mediterráneo cercano a Turquía y de la cocina italiana. Un buen repertorio.

  • La Ciorba es el entrante típico en cualquier restaurante. Las hay de mil clases: ciorba de pollo, de ternera, de verduras, de pescado…Revisa bien el menú y lánzate a por la que más te abra el apetito.
  • Como plato principal, tienes el clásico entre los clásicos: el Sarmale. Se trata de unas hojas de col rellenas de carne picada. Si ya has estado por en centro de Europa, sabrás que la col fermentada es bastante popular en países como Alemania, Polonia, Ucrania, etc. Así que es posible que te sirvan como acompañamiento un Chucrut, tiras de col muy finas que se han dejado fermentar durante al menos dos semanas.

NOTA: si no quieres parecer un maleducado no partas el sarmale con el cuchillo. Hazlo únicamente con el tenedor. Si el sarmale es bueno y está tierno se fragmentará sin problemas. Si usas el cuchillo para partirlo, los camareros entenderán que su sarmale no es de calidad ya que no está lo suficientemente tierno como partirlo con el tenedor.

  • La tochitura es otro plato tradicional. Consiste en carne guisada con tomate a la que también se le pone un huevo frito encima. La carne suele ser de ternera, aunque a veces también se emplea cerdo.  Como acompañamiento a este plato se usa una guarnición de polenta (mamaliga), una pasta de maíz cocido. A la mamaliga también se le añade por encima crema agria (o yogurt).
  • Mititei. Son unas salchichas condimentadas. En realidad más que salchichas al uso son piezas de carne picada (la de las hamburguesas) a las que se condimenta y se les da una forma alargada. Pueden ser de cerdo, ternera o cordero.

Y para poner el broche a la comida, si es que todavía te queda hueco, puedes pedirte un papanasi, el dulce tradicional más extendido en Rumanía. Consiste en un bollito de masa frita (como un donut) que se sirve rociado con crema agria (o nata) y mermelada de frutos rojos. Ojo, porque aquí no se desperdicia ni el agujero del donut, se pone encima del postre como si fuera un sombrerito.

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