Córdoba fue la capital de Al-Ándalus, la España musulmana. Por ella pasaron a lo largo de los siglos, reyes célebres, filósofos, hábiles literatos, romances imposibles, culturas y religiones que se entremezclaban. Con esta hoja de presentación, a Córdoba no le podían faltar varios reconocimientos Patrimonio de la Humanidad: el de su mezquita, el de su centro histórico, el festejo en sus patios y las ruinas de la antigua ciudad de Medina Azahara. Así que, si me preguntas qué ver en Córdoba en tres días, te diré que hay muchísimo.
Te propongo conocer esta magnífica ciudad a través de tres rutas con las que recorrerás cada rincón de su casco histórico. Están pensadas para ir despacio, disfrutando del ambiente y entendiendo lo que ves. Después, tú decides cómo repartir tu tiempo y tus paradas. ¡Pongámonos en camino!
Índice de contenidos
RUTA 1 | La Mezquita y un paseo por la Judería
Mezquita de Córdoba
Si quieres disfrutar bien de la célebre Mezquita de Córdoba, el mejor momento es a primera hora de la mañana. Las puertas abren a las 8:30 a.m. por el Patio de los Naranjos. Hasta las 9:15 a.m. hay pases para poder visitarla gratis. Después el precio sube a 11 €. El otro mejor momento para visitarla es por la noche. Más íntimo, más silencioso y más mágico. Pero para eso es necesario reservar con al menos un par de semanas de antelación. El precio en este caso es de 18€.
Y ahora vamos a esta joya musulmana que ha sobrevivido todas las épocas posteriores conservando la esencia de su época califal. Fue mandada construir por Abderramán I en el 786. Cada nuevo rey fue introduciendo cambios y dejando su sello propio. Del mismo modo, se realizaron varias ampliaciones desde el periodo de Abderraman III al de Almanzor. La reforma de Abderramán III practicamente duplicó en tamaño de la Mezquita. Almazor terminó de dotarla de mayor espacio para poder atender a una población que crecía a ritmo acelerado. Así pues, el edificio actual es fruto de todos esos esfuerzos por embellecer a la Mezquita y convertirla en un templo digno de la capital de Al-Ándalus.

Aunque a día de hoy tiene la categoría de Catedral, su apariencia sigue siendo la de una mezquita soberbia, cuidada y adornada hasta el mínimo detalle. El elemento más reconocido son sus arcos: 360 arcos y 1.300 columnas. Pasear por su interior te arranca un gesto de admiración al momento. Cada columna sostiene un arco de herradura sobre el que se alza otro arco de medio punto. Al ser reconvertida a templo cristiano se instalaron otros elementos como retablos, capillas …. Por suerte, la reconversión a templo cristiano respetó la magnificencia del edificio original y se adpató a él sin demasiada brusquedad.

Pinturas cristianas en la Mezquita de Córdoba Puerta al Patio de los Naranjos Exterior de la Mezquita de Córdoba
Su exterior conserva intactas gran parte de los grandes portones en forma de arco de herredura, aunque el tiempo ha causado estragos sobre la roca y la pintura. Otras puertas y ventanas menores todavía se intuyen en las fachadas, recargadas de motivos geométricos propios del estilo andalusí. La torre de minarete, lugar desde donde se llamaba a la oración, es el elemento que más destaca en el patio de los naranjos. Desde este patio, que es hoy el punto de encuentro de muchos turistas, se puede subir a lo alto del minarete y mirar hacia el interior de la vieja ciudad, surcada por calles angostas y sinuosas.
El pase gratuito te permite estar en el interior de la Mezquita durante 1 hora. Tómatelo con calma. Fíjate bien en los detalles de los arcos de piedra y ladrillo, en los adornos, en cómo los cristianos introdujeron después sus pinturas y la reconvirtieron al cristianismo, dejando intactas sus marcas de identidad musulmanas.
Ya de vuelta al patio de los naranjos, continuaremos la visita hacia el barrio de la judería. Pero antes haremos parada en otro punto indispensable, la Calleja de las Flores.
Calleja de las Flores
La calleja de las Flores tiene una de las postales más conocidas de Córdoba, con perdón de la propia Mezquita. Su ángulo es perfecto para ver la torre de la Mezquita sobresaliéndote sobre los tejados y balcones de esta típica callejuela. Sin embargo, esta postal tan perfecta no es fruto de la casualidad.
Este singular rincón fue un proyecto del ayuntamiento para tener una calle desde la que poder ver uno de sus edificios más representativos combinado con la imagen más costumbrista de la ciudad, la de los patios. Para ello tuvo algunos problemas ya que el patio pertenecía a los vecinos de las casas aledañas. Los turistas desde luego están muy contentos y los fotógrafos encantados de poder lucirse tomando la postal más famosa de la ciudad.
Entramos en la Judería
Como tantas otras ciudades del sur, Córdoba es heredera de un pasado musulmán, cristiano y judío. Y como tal su casco viejo se caracteriza por callejuelas estrechas e intrincadas. Su judería es una de las 22 que forman parte de la Red de Juderías de España.
La judería se extiende desde la mezquita hacia el norte. La forja, la madera y el encalado de las calles definen la paleta de colores de sus angostas calles. Y si es época de flores, multitud de colores más se añaden a esa paleta. Como ocurre en otras juderías españolas, de vez en cuando es posible encontrar el símbolo de Safarad, la palabra hebrea que significa España y que indica su pasado judío.
La Sinagoga y la estatua de Maimónides
Estatua de Maimónides
Una pequeñísima sinagoga, pero muy bien conservada, es parada obligatoria en la zona oriental de la judería. La parte interior del templo consiste en una habitación cuadrada, con su caracaterístico techo elevado. Bajando por la misma calle de la Mezquita está el ilustre Maimónides, médico y filosófo judío que figuró entre los eruditos más importantes del siglo XII.
Existe la creencia de que quien toque sus babuchas, volverá a Córdoba. Como un nuevo viaje nunca viene mal, son muchos turistas que se acercan a posar la mano. Si por el contrario estás más preocupado por alcanzar la sabiduría puedes tocar su libro. Y si buscas ambas cosas, sabiduría y viajes, toca las babuchas y el libro.
Las Tabernas de la judería
¿Hora de comer? Aquí no hay mapa ni ruta que valga. Hay tabernas por doquier. Encontrar la mejor carta dependerá de tu intuición y tu pericia para buscar. Entre los clásicos de cualquier taberna se encuentran los flamenquines, el salmorejo, el rabo de toro y la berenjena rebozada con miel. Más abajo encontrarás un apartado dedicado a la gastronomía donde te detallo los platos más típicos de la gastronomía cordobesa.
En los últimos años se ha hecho muy famosa la tortilla de patata de la Taberna Santos, un local sitaudo al costado de la Mezquita. ¿Y cómo puede hacerse famoso en España un clásico como la tortilla de patata? Pues porque ésta pesa 5 kilos y hace el bulto que 10 tortillas juntas. Cada una se elabora con 20 huevos. Si te pica la curiosidad, la porción cuesta algo más de 2 euros y hay mucha demanda, principalmente de turistas extranjeros. Nada mal la estrategia ¿verdad? Sin embargo, para mí que soy española una buena tortilla sigue siendo una buena tortilla, independientemente de si pesa 5 kilos o es bien menudita.
El Zoco de Artesanía y los patios cordobeses
Que los Patios Cordobeses estén declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es por una buena razón. En Córdoba existe toda una cultura alrededor de los mismos. Los patios son un espacio para socializar y un rincón dónde mostrar toda la belleza del sur adornándolos con flores, faroles, enredaderas y forjados. Y es que los cordobeses son únicos a la hora de transformar el entorno más sencillo y humilde en un pequeño paraíso. ¡Olé por Córdoba!
La mejor época del año para visitar los patios es con el buen tiempo, en los meses de abril, mayo y junio, cuando la naturaleza está en su apogeo y los geranios luces sus mejores flores. Uno de los patios que puedes visitar en cualquier momento es el de el Zoco Muncipal de Artesanía. Da igual si es verano o invierno, si es época de fiestas o un día normal de diciembre. Ocupa el lugar de un antiguo zoco o mercado árabe. Y de nuevo es un lugar muy recurrente en las fotos de viaje.
El patio está rodeado por diferentes talleres: cerámica, bisutería, textiles, cuero… A algún que otro artesano se lo puede ver trabajando.
Casa de Sefarad y Casa Andalusí
Más allá de sus calles y la sinagoga, quedan algunos vestigios más que merece la pena visitar. Dos casas han conseguido sobrevivir al tiempo presevando la estructura y aprariencia típicas de la casa judía. Estas son la Casa Sefarad y la Casa Andalusí. Ambas pueden visitarse como casa-museo y cómo estaban repartidas las habitaciones y cómo era la vida dentro de ellas.
Por aquí, en medio de la judería, termina la primera ruta. Pero esto no es ni la mitad de lo que queda por ver en Córdoba. Tómate un respiro y aprovecha para probar unas tapas. El el siguiente recorrido te propongo ir desde el Alcázar de los Reyes Cristianos a la agitada Plaza de las Tendillas.
RUTA 2 | Del Alcázar de los Reyes Cristianos a la Plaza de las Tendillas
Alcázar de los Reyes Cristianos

El Alcázar de los Reyes Cristianos se encuentra junto al río Guadalquivir, practicamente al lado del puente romano y la Mezquita. Su visita puede tomarte una mañana o una tarde si vas con detenimiento (y te aconsejo que lo hagas). El Alcázar de los Reyes Cristianos es lo que nos ha quedado de la residencia real desde donde gobernaron por largo tiempo reyes moros y más tarde reyes cristianos.
El conjunto está amurallado y en su interior se conservan varias salas del edificio principal, las torre del homenaje y la del león a las que se puede subir, y como no, sus patios. Entre los cimientos del edificio es posible encontrar incluso restos de la época romana. Los jardines del alcázar son para verlos sin prisa. Ideales para sentarte y quedarte pensando en las musarañas durante un ratito corto o un rato largo.
Al lado de los jardines se conservan las Caballerizas Reales, ocupando el mismo lugar que ocupaban el la época califal. Son conocidas por sus espectáculos ecuestres, tan característicos de Andalucía. Y es que aquí hasta los animales tienen arte. Y el que se produce cuando los caballos entrenados se juntan con el sonido del flamenco es único en el mundo.
Para llegar a la Plaza de las Tendillas te propongo subir la calle que sale desde el extremo del Alcázar. Tus pasos te irán guiando por al lado de la muralla que delimita la judería. Pero antes de que llegues allí, te sugiero conocer la historia de la princesa Wallada. Un templete con una estatua y dos manos que no llegan a tocarse es el momumento que recuerda su romance imposible.
La Princesa Walada, una mujer poetisa y adelantada a su tiempo

Wallada era la hija del califa Muhammad al-Mustakfi que reinaba en la ciudad en el siglo XI. Su habilidad para componer poesía sorprendía a las gentes del momento tanto como su libertad frente a las imposiciones machistas de la época. Solía aparecer en reuniones sin llevar el velo puesto, participaba activamente en la vida social de palacio y no tenía reparos a la hora de decir lo que pensaba. Pero la historia por la que más se la conoce es la de su romance.
La vida Wallada se cruzó un día con la de Ibn Zaydun, un poeta joven y con talento, pero perteneciente a una familia rival. ¿A qué te suena la historia? Pues como Romeo y Julieta, a tragedia. Aunque finalmente la sociedad acabó separando a Wallada de Ibn Zaydun, su vida continuó marcada por la poesía y un pensamiento adelantado a su tiempo.
No dejes de leer sus poemas. Por aquí te dejo un link a algunos de ellos.
Cuando caiga la tarde, espera mi visita,
Princesa Wallada
pues veo que la noche es quien mejor encubre los secretos;
siento un amor por ti que si los astros lo sintiesen
no brillaría el sol,
ni la luna saldría, y las estrellas
no emprenderían su viaje nocturno
Dejando atrás a Wallada y las injusticias de aquella época califal y revuelta, continuaremos hacia el norte. Como te decía, la propia muralla de la vieja ciudad te irá guiando hasta la puerta de Almodóvar. Una discreta estatua de Séneca nos recuerda que aquí nació el filósofo y escritor hispano que tanta fama alcazó en el Senado de Roma. Desde la puerta de Almodóvar puedes entrar a la judería e ir serpenteando hacia la zona norte del Casco Antiguo, donde se encuentre la Plaza de las Tendillas.
Plaza de las Tendillas
La Plaza de las Tendillas es un ejemplo de cómo los nuevos tiempos toman espacios llenos de historia. Personalmente, me encantan los lugares donde puedes tener un gastrobar con cocina de vanguardia en medio de una plaza con una iglesia del siglo XVII y un centro cultural que se ha apoderado de una casona del siglo XVIII. Apoyo la restauración de esos lugares para revitalizarlos y hacerlos parte de la vida moderna sin dañar su patrimonio. Pues bien, pasear por la Plaza de las Tendillas y las calles Conde de Gondomar y Málaga es tener esa sensación de pasear por una ciudad actual pero cuyo pasado sigue presente en cada rincón. Llenas de marcas y comercios, dicho sea de paso, ya que ambas calles conforman un importante eje comercial.
Córdoba por la noche
Si de día Córdoba ya es hermosa, de noche es un encanto diferente. El ambiente distendido no está reñido con el alboroto. Y es de noche también cuando se conoce a su principal manufactura: los farolillos. Los encontrarás en las calles, en los patios y en muchas tiendas de regalos. Ni que decir tiene que ver los edificios de noche es una vista totalmente diferente a verlos de día.
Pero el ambiente de noche saca a relucir otro de los artes andaluces: el flamenco. Por las noches son muchas las tabernas de la judería que ofrecen un espectáculo en vivo de tablao flamenco. En algunos casos funcionan con reserva y se agotan pronto. Si tienes un poco de suerte encontrarás alguna taberna en la que no se necesario pagar un extra por ver a los artistas. Pero no suele ser lo normal. Si tu idea desde el principio es disfrutar de una cena con espectáculo, mejor reservarlo con tiempo.
Y con la noche cordobesa, sus farolillos y su tablao flamenco acabamos la segunda de estas rutas. La última que te tengo preparada es muy vistosa y cultural. Recorremos desde el señorial Palacio de Viana a la antigua casa del célebre pintor Julio Romero de Torres. ¡Allá vamos!
RUTA 3 | Del Palacio de Viana al Museo Julio Romero de Torres
El Palacio de Viana y sus 12 patios
A Córdoba la tradición de los patios le viene desde antiguo. El Palacio de Viana es un ejemplo de ello. Este palacete construido en el siglo XV cuenta con 12 patios, cada uno de los cuales cumplía una función diferente: uno era para recibir visitas, otro para las tareas de los sirvientes, otro para esparcimiento de los dueños… No todos tienen la misma antigüedad ya que la propiedad ha sufrido muchas remodelaciones con el cambio de una generación a otra. Lo mismo puede decirse de su interior, las remodelaciones no han sido constantes hasta el siglo XX.
Esta residencia señorial será la primera visita de nuestra última ruta. Al igual que los jardines del Alcázar de los Reyes Crisitianos, sus patios están hechos para detenerse en cada uno de ellos e imaginarse la vida en un pasado reciente. Sus fuentes son un remanso de paz roto únicamente por los turistas cuando se agolpan, buscando siempre la mejor foto o el mejor selfie. La visita se puede realizar al Palacio y a los patios con una visita guiada, o únicamente a los patios.
Templo Romano
Para continuar deberás dirigirte hacia el sur, en dirección al río Gualdalquivir. Puedes bajar por la misma calle del Palacio o desviarte ligeramente hacia el este hasta la calle Alfaros. Por esta última llegarás a la plaza donde está el ayuntamiento y donde se encuentra también el templo romano. O al menos con sus columnas, todavía erguidas aunque sin ningún techo que sostener. La estructura de los tiempos de la Iberia romana ha sobrevivido al regazo del actual ayuntamiento.
Después puedes continuar hasta la Plaza de la Corredera y desde allí proseguir dirección al río, por calles estrechas y empedradas. Al final llegarás a la Plaza del Potro donde se encuentra el Museo Julio Romero de Torres.
Casa Museo Julio Romero de Torres
El pintor nació en el edificio que hoy ocupa el Museo de Bellas Artes, practicamente al lado de donde está su museo. No es demasiado grande pero explica bien el recorrido vital y profesional del artista. En su planta superior se pueden ver sus retratos femeninos, bodegones, y escenas costumbristas.
Museo de Julio Romero de Torres Patio junto al museo de Julio Romero de Torres
Sus retratos de mujer, hoy tan valorados, fueron vistos durante largo tiempo con reprobación. La vida del pintor no le ayudaba a ganarse el respeto de sus coetáneos. En una sociedad que juzgaba hasta la saciedad cualquier muestra de vida mundana y más aún de erotismo, había aficiones del artista que no gustaban a muchos. Entre ellas, la de usar a prostitutas como modelos para sus cuadros. De hecho, en 1928 se le hizo el encargo de pintar una virgen para la Mezquita-Catedral, después de que la anterior acabara calcinada en un incendio. La Virgen de los Faroles no fue bien recibida por la Iglesia ni por los vecinos porque «insinuaba demasiado».
De cualquier manera, su pintura es una de las más representativas de su tierra, al saber captar el folklore y la belleza de esas mujeres de piel morena. Una buena imagen de Córdoba para llevarse en el recuerdo.
Y aquí, en la Plaza del Potro, muy cerca de la Mezquita donde comenzamos la primera rita, se acaba esta última visita por Córdoba. Por supuesto hay muchas otras cosas que se escapan. Muy cerca de la ciudad se encuentra la ciudad de Medina Azahara. En los alrededores del caso antiguo también hay algunos sitios para hacer una parada como el renovado Mercado Victoria. Pero para esos dos días, estos son los esenciales, que no son pocos.
Gastronomía de Córdoba
El tiempo para el tapeo no puede faltar en España. Es todo un arte, una actividad social de primer orden y casi una necesidad vital. Y estando en Andalucía el combo cerveza más tapa se vuelve todavía adictivo. Solecito, calma, buen humor. La fama de vagos nos cae a todos los españoles, pero especialmente a los del sur, donde el clima siempre suele acompañar y la riqueza de sus platos engatusa demasiado.
Los mejores lugares para disfrutar de una tapa en Córdoba son la Plaza de las Tendillas, la Plaza de la Corredera y toda la judería. Vamos, casi cualquier parte de su casco histórico. En las cartas hay tantas tapas que probar que la cervecita se podría alargar una ronda, y otra y otra…
Pero aquí son marca de identidad los flamenquines y el salmorejo. El flamenquín es un rollo de lomo empanado relleno de jamón y queso, toda una bomba. Si quieres algo más sano, el salmorejo es tu opción. Consiste en un puré de tomates con pan rallado, ajo y aceite de oliva al que se le añade huevo cocido y jamón por encima. Por supuesto también están las típicas berenjenas rebozadas con miel, las croquetas, el rabo de toro, las patatas bravas… Tú decides cuándo parar.
Berenjenas rebozadas con miel Pastel cordobes de cabello de ángel
Para poner la guinda a la comida o para merendar hay dos postres típicos: mazamorra y pastel cordobés. La primera tiene la consistencia de un pudding y está hecha a base de pan y almendras. El segundo es una torta con dos capas de hojaldre, rellena de cabello de ángel (dulce de calabaza). Por encima se espolvorea con azúcar y canela. El acompañamiento, con café o con un vinito es ya cosa tuya.
Y con esto llegamos al final la visita por esta ciudad medieval. Ya ves que Córdoba tiene mucho, pero que muchísimo pasado. Y parte de él puede todavía revivirse paseando por sus calles, plazas y edifcios. Aquí tienes todas las ideas para que organices tu propia visita y elijas qué ver y cómo disfrutar de esta ciudad medieval. O si eres de los que ya estuviste, cuéntame que te pareció en los comentarios.