La Paz es una de las ciudades más singulares que he visitado nunca. Aunque cada urbe tiene su propia personalidad, la capital «de facto» de Bolivia combina varios factores que, en su conjunto, la hacen única. Su inusual orografía, sus costumbres ancestrales, el peso de sus 3.000 metros de altitud, lo moderno y lo nuevo conviviendo a pocos pasos, las incasables cholitas yendo y viniendo… Pero también es una ciudad estresante y que pondrá a prueba tu nivel de energía.

Caminar por La Paz solo puede hacerse de dos maneras: cuesta arriba o cuesta abajo. A no ser que te quedes en la misma calle eternamente. Una de las impresiones que más se me quedó grabada fue mirar al costado opuesto de la ciudad y ver filas y filas de casas, una sobre otra, aferrándose a la montaña sin andamio ni piqueta. Como las conchas que se aferran a las rocas en la costa o el musgo que cubre las piedras en la selva.

Aunque podría hacer una lista de todo lo que ver, creo que para descubrir bien esta impresionante la ciudad es más apropiado una guía sobre qué experimentar. Y es que usar solo la vista es quedarse cortos. Necesitas sentir el barullo, caminar por sus cuestas, saborear los productos frescos de sus mercados, y conocer su pasado místico en el mercado de las brujas.

Dominando las alturas desde el mayor teleférico del mundo

Dada su orografía la manera más eficiente y rápida de cubrir las distancias es en teleférico. La Paz presume de tener la red con más kilómetros de teleférico del mundo (33 km), y uno de los que funcionan a mayor altitud en el planeta (4.000 metros sobre el nivel del mar). Personalmente, me tomaría la libertad de añadir a estos dos récords un tercero: la eficiencia con que funciona el servicio Mi Teleférico. Actualmente cuenta con 10 líneas: cuatro que atraviesan la ciudad horizontalmente, tres verticalmente y otras tres que llevan hacia las afueras.

Puedes contratar un tour que te lleve por los teleféricos mientras un guía te explica la configuración de la ciudad. También puedes diseñar tu propio recorrido. Sobre esto escribiré próximamente otro post, detallando la ruta que yo hice. Además el teleférico te será útil si vas a moverte por los alrededores de La Paz desde la Terminal de El Alto.

Barrio La Paz Bolivia
Estampa de uno de los barrios de La Paz (Bolivia).

Además de la vista privilegiada que se ve desde el teleférico, la ciudad cuenta con varios miradores. El más famoso es Killi Killi. Desde aquí tendrás una vista 360 grados de la extensa ciudad. Un abismo de ladrillo y asfalto bajo el cual la vida corre agitada, en constante movimiento.

El Casco Histórico y su pasado colonial

Dejando la estampa rojiza de las casas que se confunde con el color de la tierra, La Paz hierve de actividad bañada en los vivos colores del Amazonas. El centro histórico de La Paz puede visitarse en una mañana ya que todo está relativamente cerca. El itinerario suele comenzar en la Plaza Murillo o en la de la basílica de San Francisco. En cualquier caso, asegúrate de pasar por los puntos clave.

Calle Jaen La Paz Bolivia
Cruz verde en una esquina de la calle Jaén.

El primero de ellos, es la colorida calle Jaén. De aspecto pintoresco con su pavimento empedrado, las fachadas de colores cuenta con hostales, cafés y tiendas de souvenirs. En uno de sus extremos,  podrás visitar la tienda de Mamani Mamani, el artista boliviano que llenó el arte con el color y la simbología de los aymara. Si tienes un poco de suerte es posible que hasta te lo encuentres y puedas saludarlo en persona.

Pero el sosigo que se respira de día, esconde un secreto.

Los locales cuentan que al caer el sol, la viuda de la calzada se pasea por la Calle Jaén. Esta extraña mujer que desliza sin tocar el suelo se acerca a cada hombre que pasea solo a alta horas de la noche. Para evitar estos encuentros indeseados se instaló la cruz verde.

En una pequeña y discreta placita llamada Plaza Murillo se concentra el poder ejecutivo y legislativo de Bolivia. Es importante recordar que aunque La Paz es sede del gobierno y del poder legistativo, la capital reconocida por la Constitución es Sucre, al sur del país. Ondeando verás la bandera boliviana y la bandera Whipala, con sus decenas de cuadritos de colores en representación de los pueblos originarios. El Palacio del Gobierno Nacional, con su arquitectura colonial y pintado de rosa contrasta con la moderna y opulenta torre levantada por Evo Morales. A su lado la Catedral de Nuestra Señora de la Paz. Y al otro  costado la Asamblea Legislativa Plurinacional. Mira muy de cerca el reloj del Parlamento. Es uno de los pocos que verás, si no el único, que funciona del revés. ¿Intento por ser originales o metedura de pata? La opinión está dividida entre los propios bolivianos, pero el reloj es cuanto menos curioso.

La Plaza Mayor San Francisco con la Basílica del mismo nombre es otro de los puntos de interés turístico más concurridos. En esta explanada se mezcla el ambiente de la vieja ciudad colonial con los carteles publicitarios y edificios más modernos. Lo interesante de la Basílica de San Francisco es la unión entre lo cristiano y lo indígena. El contacto entre ambos cultos originó un barroco mestizo, una respresentación de las figuras cristianas en un escenario adornado por plantas y animales de los Andes. En este caso, podemos ver a San Francisco en una fachada adornada con iconografía andina y la propia Pachamama.La tradición cristiana se da la mano con la cultura ancestral de los pueblos originarios.

Situado en la misma plaza, se encuentra el mercado muncipal Lanza. Este es un edificio para perderse entre puestos y puestos de productos frescos o listos para comer: empanadas, sandwiches de chola, copas de haldo y frutas… Si buscas comida barata y para llevar al paso el Mercado Lanza es uno de los mejores sitios que encontrarás.

La prisión San Pedro, una ciudad regida por sus propias reglas

Si todavía te quedan fuerzas para andar, puedes acercarte a la Plaza San Pedro. Es una placita tranquila y apacible que, sin embargo, está frente a la prisión más grande de Bolivia. La historia de este centro penitenciario no tiene desperdicio. El grado de autonomía que se alcazó fue tal que dentro de la prisión vivían familias enteras, podía contrarse seguridad privada, funcionaba una escuela y hasta una fábrica de cocaína. Hubo una época en la que se popularizaron las visitas clandestinas a la cárcel, llegando incluso a aparecer en la guía de Lonely Planet. Y claro, aunque suene como un chiste, quedarse atrapado como tu turista en una prisión donde la justicia funciona según sus propias reglas, puede ser una experiencia un tanto dramática. Si te interesan estos temas te recomiendo el libro Marching Powder, inspirado en una historia real ocurrida en la prisión.

El mercado de las Brujas y los ritos andinos

Cuando leas que Bolivia es un país cristiano, tómalo entre comillas. La tradición de sus ancestros sigue muy presente en las vidas de los bolivianos y día a día, lo cristiano y lo indígena se funden en unas ceremonias híbridas y singulares.

Parte de ese pasado ligado a las leyendas y el poder de la Pacha Mama, se refleja en el Mercado de las Brujas. Aprovechando el interés que suscita entre turistas esta zona de la ciudad, muchos de sus puestos de han llenado de souvenirs y objetos especialmente pensados para llamar la atención del visitante. Estos objetos no tienen otra intención que incitarles a comprar. Esculturas siguiendo la estética tihuanacota, figuritas de deidades andinas, y una interminable lista de ungüentos y elixires para solucionar toda clase de problemas, desde la calvicie hasta la impotencia sexual.

Sin embargo, la vieja tradición aún persiste y son muchos los objetos tradicionales de los ritos andinos que se pueden conseguir aquí: amuletos, hojas de coca, plantas medicinales, etc. Especialmente llamativos y morbosos son los fetos de llamas que cuelgan a la entradas de las tiendas.

Cholitas Wrestling, cuando las mujeres son guerreras

La ciudad de El Alto ha sabido llamar la atención del turismo ofreciendo un espectáculo sin duda singular. El show de Lucha Libre de Cholitas se celebra dos veces por semana. Las cholitas se preparan para salir al ring y golpear a su oponente entre las aclamaciones del público extranjero.

Lo que hoy es un espectáculo comenzó como una forma de terapia para paliar la violencia de género que sufrían muchas mujeres en sus casas. Aunque me parece admirable que hayan sabido ganarse su respeto en campos como la abogacía o como agentes de policía, se me atragantó un poco la imagen de una cholita volando por los aires para aterrizar a lomos de su adversario y dejarlo KO con un último golpe de gracia.

Barrio de Sopocachi y la zona centro de La Paz

Sopocachi está ubicado en el sureste de La Paz, sobre la parte más baja de la ciudad. Es uno de los pocos espacios donde podrás ver una avenida ancha y sin cuestas. Por esta razón, es también el área donde se concentran buena pate de los edificios altos de la ciudad. En esta zona abundan los restaurantes, cafés, cadenas de comida rápida… Pero aparte de su imagen elegante, Sopocachi y la zona centro de La Paz albergan un importante eje cultural: aquí se encuentran la Academia Nacional de Bellas Artes, el Teatro Municipal «Alberto Saavedra Pérez» y el Cine Teatro Monje Campero (de los primeros en proyectar películas).

La Plaza de España y la Plaza Avaroa, son punto de encuentro solicitado para disfrutar en uno de sus bancos de la quietud del parque. Al menos durante el día, porque al caer el sol, la Plaza Avaroa comienza a llenarse de jóvenes en busca de sus bares y discotecas.

Siguiendo el trazado de Sopocachi se puede pasear sobre la Avenida 16 de julio. En esta se encuentra el Paseo del Prado, conocido por ser una de las vías más vivas e icónicas de La Paz. Ni que decir tiene que es la zona más cómoda para caminar por la ciudad y la única donde no necesitarás subir y bajar cuestas. Esta avenida conecta con la Mariscal Santa Cruz que te llevará de nuevo su centro histórico, frente a la Basílica de San Francisco.

Llegados a este punto no me quedan más palabras para describir las sensaciones que despierta esta ciudad. Espero haberte dejado claro que La Paz no se ve con los ojos ni se recorre con los pies, se experimenta con cada uno de tus sentidos.

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